Blog de Shivangi Chavda, Responsable de Programas de GNDR, con aportaciones de Marcos Concepción Raba, Director Ejecutivo de GNDR, y Alicia Daza, Punto Focal Nacional de GNDR para España y Responsable de Formación e Investigadora del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria.
A finales de octubre de 2024, España sufrió una de las inundaciones más mortíferas en décadas. La región de Valencia y las zonas cercanas sufrieron efectos devastadores. Se perdieron trágicamente más de 200 vidas, miles de personas fueron desplazadas y la destrucción de infraestructuras y medios de vida fue enorme. El desastre puso de manifiesto graves deficiencias en la preparación de España ante las catástrofes, sobre todo en zonas donde la rápida expansión urbana había invadido las llanuras aluviales naturales. Las inundaciones, provocadas por un sistema aislado de bajas presiones que descargó más de un año de lluvia en sólo unas horas, obligaron a los ríos a "recuperar" sus cauces históricos, devastando viviendas e infraestructuras construidas en zonas inundables naturales.
Fallos en la alerta precoz, la acción temprana y la localización
España cuenta con sistemas meteorológicos avanzados, pero las inundaciones pusieron de manifiesto importantes deficiencias en la difusión de alertas tempranas, la preparación de las comunidades y la respuesta localizada:
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Comunicación tardía e ineficaz de las advertencias
Aunque la agencia meteorológica nacional de España emitió alertas graves con suficiente antelación, el retraso en la comunicación a nivel local impidió actuar a tiempo. Las alertas no llegaron a las comunidades con la antelación suficiente para evitar la pérdida de vidas y bienes. Un enfoque más centrado en la comunidad -en el que las redes locales y los líderes de confianza desempeñan un papel fundamental- podría haber transmitido las alertas con mayor prontitud y eficacia.
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Invasión de llanuras aluviales naturales
La destrucción causada por las inundaciones se vio agravada por el desarrollo urbano generalizado en las llanuras aluviales naturales, zonas históricamente reservadas al desbordamiento de los ríos. Este entorno construido dejó a las comunidades desprotegidas cuando los ríos recuperaron sus cauces. Esto sirve de recordatorio de la importancia de respetar los paisajes naturales en la planificación urbana y de que, adoptando una planificación localizada y sensible al clima, podemos mitigar los riesgos futuros.
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Falta de localización en la preparación y respuesta
Muchas comunidades afectadas estaban mal preparadas para un peligro de esta magnitud, ya que la planificación de catástrofes y la comunicación de riesgos no se adaptaron a las necesidades específicas de cada comunidad. Se infrautilizó a los líderes y organizaciones locales, lo que dejó a los residentes con un conocimiento limitado de las rutas de evacuación o los protocolos de emergencia. Localizar la preparación ante las catástrofes implicando a los líderes comunitarios y adaptando los protocolos a las necesidades específicas podría haber capacitado a los residentes para responder con mayor eficacia. Cabe destacar que más de la mitad de las víctimas de 28 municipios (104 muertos) tenían más de 70 años. Esto demuestra claramente la urgente necesidad de que los planes de catástrofes sean más integradores y tengan en cuenta las necesidades de todos los miembros de la comunidad.
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Integración limitada de la tecnología con los sistemas comunitarios locales
España dispone de sólidos recursos meteorológicos nacionales, pero éstos no estaban suficientemente integrados con los sistemas de comunicación locales. Esta desconexión redujo el impacto de las alertas tempranas, ya que las comunidades carecían de instrucciones claras sobre qué medidas tomar. La combinación de redes comunitarias, conocimientos locales y herramientas tecnológicas podría hacer que los sistemas de alerta temprana (SAT) fueran más accesibles, fiables y eficaces. -
Falta de percepción del propio riesgo
A nivel nacional, España no se ha mostrado especialmente activa en este ámbito. Su planteamiento se caracteriza por una baja percepción del riesgo, un enfoque muy anticuado de las catástrofes y unos planes excesivamente centrados en la respuesta y muy poco en las tareas de prevención, preparación o mitigación. Esto, unido a una compleja distribución de poderes de decisión y a un marco legal obsoleto, ha hecho que, a pesar de haber firmado tanto el Marco de Hyogo como el de Sendai, España no haya avanzado mucho en el cumplimiento de ninguno de los dos..
Impacto de los sistemas regionales descentralizados y falta de coordinación
El sistema regionalizado descentralizado de España, aunque beneficioso para la gobernanza localizada, presentaba retos que dificultaban una respuesta eficaz ante las catástrofes:
- Comunicación fragmentada entre las autoridades nacionales y locales
La estructura regional descentralizada de España divide las responsabilidades de gestión de catástrofes entre los niveles nacional, regional y municipal. Durante las inundaciones, las discrepancias en la interpretación y respuesta a las alertas provocaron retrasos en las órdenes de evacuación y obstaculizaron los esfuerzos de respuesta. Una estructura de comunicación más localizada podría haber garantizado que las alertas llegaran a los residentes con prontitud.
- Retrasos en la respuesta de emergencia debido a lagunas jurisdiccionales
A pesar de que la Unidad Militar de Emergencias (UME), dependiente del gobierno central, estaba preparada y destacada en las localidades afectadas, no pudo actuar sin el mandato legal del gobierno regional. Este vacío jurisdiccional, derivado de la ausencia de una declaración de "emergencia nacional", muestra el peligro de los procedimientos burocráticos y la fragmentación de la toma de decisiones cuando se necesita una respuesta urgente ante una catástrofe para proteger a las comunidades vulnerables.
- Falta de un marco unificado de respuesta de emergencia
La ausencia de un marco de respuesta cohesionado dio lugar a actuaciones incoherentes en las distintas regiones. En algunas zonas, los protocolos de evacuación se aplicaron rápidamente, mientras que en otras se produjeron retrasos, creando confusión y poniendo aún más vidas en peligro. Un marco coordinado podría proporcionar orientaciones coherentes en todas las regiones.
- Limitada confianza de la comunidad en la respuesta del gobierno
La escasa coordinación y la falta de claridad en la comunicación entre los distintos niveles de gobierno contribuyeron a la desconfianza de la comunidad. Muchos residentes no sabían en quién confiar debido a los mensajes contradictorios. Integrar a los líderes y organizaciones locales en la planificación oficial podría aumentar la confianza y la credibilidad, y facilitaría que los residentes siguieran los consejos oficiales. - Desafíos en la gobernanza del riesgo y la protección civil
Aunque la descentralización se considera a menudo un reto, una limitación crítica reside en la falta de una gobernanza del riesgo descentralizada a nivel local. España aún no ha desarrollado un plan integral de gestión de riesgos alineado con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres. Esto, unido a las limitadas competencias del sistema de protección civil más allá de la coordinación de la respuesta, pone de manifiesto las lagunas en la gestión proactiva del riesgo y la acción a nivel local. Estas deficiencias sistémicas pueden haber contribuido significativamente a la falta de medidas eficaces de preparación y respuesta ante los desastres a nivel comunitario.