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Colombia: Fe, finanzas y resiliencia
En Ancuya, Colombia, la fe en la Virgen de la Visitación y la inversión práctica en la preparación ante desastres se unieron para proteger a la comunidad durante las devastadoras lluvias de 2022. Los sistemas de alerta temprana dirigidos por jóvenes, las redes de solidaridad de mujeres y la financiación de la RRD gestionada localmente convirtieron la fe en una acción coordinada.
ORGANIZACIÓN
Nariño Joven
UBICACIÓN
Ancuya, Nariño, Colombia
Cuando el cielo se oscureció
Los ancianos dicen que la Virgen de la Visitación camina por las colinas de Ancuya cuando el cielo se oscurece: su manto roza la tierra húmeda, dejando flores donde antes crecía el miedo. En el largo invierno de 2022, cuando la lluvia incesante inundó los campos y destrozó los caminos, muchos sintieron su presencia moviéndose entre la niebla.
Ese año, las fuertes lluvias y el desbordamiento de los ríos amenazaron con arrasar viviendas, cultivos y medios de subsistencia. El pueblo se enfrentó a repetidas inundaciones, corrimientos de tierra y colapso de las infraestructuras. Sin embargo, en medio de la tormenta, la inquebrantable creencia de la comunidad de que "Ancuya no caerá" se convirtió en una fuente de fortaleza.
Los jóvenes transforman la fe en acción temprana
Los jóvenes del pueblo fueron los primeros en actuar. Niños y adolescentes se organizaron para vigilar ríos y arroyos de montaña, creando sistemas comunitarios de alerta temprana mediante radios, teléfonos móviles y linternas.
"Cada mensaje, cada señal, se convertía en una oración en movimiento", decían los residentes, un reflejo de cómo la fe y el método se entrelazaban. Estos sistemas de alerta temprana permitieron a las familias evacuar a tiempo y proteger los bienes esenciales.
Las mujeres dirigen con esmero y solidaridad
Las mujeres desempeñaron un papel fundamental durante las inundaciones, prestando cuidados y apoyo a los más afectados. Cocinaron para las familias desplazadas, tejieron mantas para los niños y se aseguraron de que los alimentos y la ayuda llegaran a los más vulnerables.
Los agricultores y panaderos contribuyeron con suministros, creando una red de solidaridad que reforzó la resistencia colectiva. Las donaciones comunitarias -contribuciones voluntarias de tiempo, dinero y recursos- se convirtieron en un complemento vital de las medidas de emergencia.
Financiación de la preparación: Cada peso una semilla
Un factor clave que permitió esta respuesta rápida y coordinada fue la inversión previa en la reducción del riesgo de catástrofes. Gracias a la planificación local y a los fondos dedicados, la comunidad tuvo acceso a recursos para formación, herramientas de comunicación y medidas de preparación.
"Cada peso se convirtió en una semilla. Cada inversión, una raíz", explicó un coordinador local, destacando cómo la financiación específica se traducía en intervenciones prácticas que salvaban vidas.
La fe se une a las finanzas: Llevar la prevención a la práctica
La combinación de fe, solidaridad y financiación hizo que la prevención de catástrofes no fuera teórica. Los fondos apoyaron la formación, permitieron el mantenimiento de sistemas de alerta temprana y una rápida movilización durante las inundaciones.
La gestión participativa garantizó que las inversiones llegaran a los lugares adecuados, capacitando a jóvenes y adultos para proteger vidas y bienes. En medio de la tormenta, la financiación se convirtió en una herramienta, y la fe en fortaleza.
La Virgen camina junto a ellos
Mientras la comunidad trabajaba para mantener la ciudad en pie, la Virgen de la Visitación se movía silenciosamente entre ellos, su presencia entretejida en cada acto de cuidado y valor.
"Camina con nosotros, nos cubre con su manto, nos enseña que resistir también es rezar", dijo un residente.
Cuando por fin el sol se abrió paso entre las nubes, Ancuya quedó en pie, magullada pero intacta. Las inundaciones habían dañado tierras y carreteras, pero los sistemas de acción temprana de la ciudad, la solidaridad de la comunidad y las inversiones en RRD salvaron vidas y medios de subsistencia.
Resultado
- Los sistemas comunitarios de alerta rápida permitieron la evacuación a tiempo y la protección de vidas y bienes
- La financiación de la RRD garantizó la existencia de herramientas, formación y medidas de preparación antes de que se produjeran las catástrofes.
- Los jóvenes, las mujeres y los agricultores participaron activamente en la respuesta a la catástrofe, reforzando la cohesión social.
- Se salvaron vidas, se redujeron las pérdidas económicas y se mejoró la resiliencia a largo plazo.
Lección clave: Donde la fe y la acción se encuentran
Esta experiencia demuestra que la combinación de financiación local, planificación participativa y sistemas de alerta temprana dirigidos por la comunidad crea un enfoque duradero y culturalmente arraigado para la reducción del riesgo de catástrofes.
En Ancuya, el conocimiento, la fe y los recursos se unieron para prevenir la catástrofe y fortalecer la resiliencia social.
Por eso, en las montañas de Nariño, cuando alguien pregunta si Ancuya perdurará, una voz siempre responde:
"Ancuya no caerá.
Porque su gente se levanta.
Porque la Virgen camina a su lado.
Porque donde hay fe, acción y solidaridad... la tierra nunca se rendirá".
En este Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, GNDR hace un llamamiento a los gobiernos, los donantes, el sector privado y las instituciones financieras para que den prioridad a la financiación de la resiliencia, y no sólo a la financiación de los desastres cuando ocurren.
Todas las fotos: Nariño Joven