Todos los años, cuando las lluvias llegan a Kampala, Regine y el resto de su comunidad deben poner a salvo todas sus pertenencias en sus casas para eludir las inundaciones que, con regularidad, anegan las casas, las calles, las tiendas y las escuelas. Durante la temporada anual de lluvias, el ritmo de vida se enlentece puesto que las personas dedican tiempo a tratar de proteger sus casas y pertenencias, e intentan evitar las enfermedades que acarrea el agua sucia de las crecidas. Pero no tiene por qué ser de esta manera. Bwaise se encuentra en un extremo de Kampala y mientras que este barrio padece las lluvias anuales, muchas otras zonas de la ciudad tienen un drenaje adecuado. El problema no es la cantidad de agua de lluvia, sino adónde va. Anne Akwango, de la ONG DENIVA de Uganda, sabe que, hasta que este desastre cotidiano no sea reconocido por las autoridades de la ciudad, nada va cambiar.
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