Tras los dos primeros intercambios de aprendizaje de la CBDRM en África Occidental, Adessou Kossivi, Coordinador de Desarrollo Regional de GNDR para África Occidental, escribe sobre la forma polifacética que puede adoptar la resiliencia.
A menudo pensamos en la resiliencia como el proceso que hace que las personas y/o las infraestructuras sean resistentes a los choques, ya sean naturales o no. Este término se está convirtiendo en algo fundamental dada la aparente fragilidad de los recursos naturales y animales, incluida la propia humanidad. El mundo se ve afectado por las más terribles catástrofes y el futuro no es nada tranquilizador. Es precisamente esto lo que hace imperativo encontrar soluciones que permitan a la humanidad y a las infraestructuras ser menos vulnerables.
No hace falta decir que la resiliencia se opone a la vulnerabilidad (aunque etimológicamente ambas pueden significar lo mismo). En efecto, la capacidad de resiliencia de una comunidad puede significar también la vulnerabilidad de otra. Cuando se habla de vulnerabilidad, se hace referencia a la noción de gravedad de un determinado peligro que pondría a prueba el sistema de resiliencia implantado. Existen varias estratagemas para evaluar el nivel de resiliencia o vulnerabilidad de una persona, de una comunidad.
Por lo tanto, es inconcebible hablar de construir la resiliencia de la comunidad sin referirse primero a la calidad de la información. En efecto, la calidad de la información contribuye a dotar a la persona afectada de los conocimientos necesarios para hacerse cargo de cualquier situación coyuntural que obstaculice "negativamente" el curso normal de su vida.