OPINIONES DESDE LA PRIMERA LÍNEA

Antecedentes

Visión de Primera Línea es el mayor estudio mundial independiente sobre el riesgo de catástrofes realizado íntegramente a nivel local.

En la actualidad, los datos son utilizados por múltiples partes interesadas a todos los niveles para fundamentar las decisiones de desarrollo. Aquí ofrecemos una visión general del trabajo realizado en la última década.

2009: Una alternativa a la supervisión de riesgos de arriba abajo

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Visión de Primera Línea comenzó en 2009 con el objetivo de ofrecer una alternativa al seguimiento descendente de la reducción del riesgo de desastres. Nuestro objetivo era complementar los informes a nivel nacional para el Marco de Acción de Hyogo -el predecesor del Marco de Sendai, el acuerdo internacional para proteger los logros del desarrollo del riesgo de desastres.

En nuestras encuestas de 2009 participaron más de 7.000 personas de 48 países de África, Asia y América. Nuestro análisis mostró que las políticas formuladas a nivel nacional no estaban generando cambios sistémicos generalizados en las prácticas a nivel local.

La escasez de recursos se identificó como una de las principales limitaciones para avanzar en la reducción del riesgo de desastres en muchos lugares. Parte del reto es que los recursos existentes a nivel local están sin explotar. La clave para desbloquearlos es la adopción de enfoques participativos. La sociedad civil, en particular los grupos de mujeres de base, pueden desempeñar un papel fundamental para facilitar el compromiso de la comunidad y el uso productivo de los recursos locales.

En 2011, se llevó a cabo nuestra segunda Visión de Primera Línea revisión se llevó a cabo. Esta vez se centró en la gobernanza local de los riesgos. Gestión de la información, comunicación y consulta,

La coordinación, la toma de decisiones y la asignación de recursos por parte de los gobiernos locales son los pilares de la gobernanza local del riesgo. Nuestro objetivo era averiguar qué funciona y qué no. La escala de la revisión se amplió para incluir a 20.000 personas de 69 países, además de otras 36.000 respuestas recogidas por textos de teléfonos móviles.

El 57% de los encuestados considera que las pérdidas por catástrofes han aumentado en los últimos cinco años, frente al 21% que considera que han disminuido. Más del 42% de las personas creían que su comunidad corría un riesgo alto o muy alto de sufrir catástrofes. Se constató que el menor progreso en la reducción de riesgos se produce en los lugares donde la amenaza a las vidas y los medios de subsistencia es mayor. También se comprobó que los gobiernos locales y las comunidades suelen compartir opiniones similares sobre los cambios en las pérdidas y las amenazas de catástrofes.

Nuestra revisión de 2013 reunió las opiniones de 21.500 participantes de 57 países de ingresos bajos y medios. Reveló las tendencias y las lagunas persistentes en el fortalecimiento de la resiliencia de las comunidades y formuló recomendaciones para un marco de reducción del riesgo de desastres posterior a 2015 con el fin de reforzar la resiliencia de las comunidades ante todos los peligros.

Reconocer el impacto de las catástrofes en las vidas, los medios de subsistencia y los bienes fue un tema clave que surgió de nuestra consulta de 2013. Dar prioridad a las personas de mayor riesgo, más pobres y marginadas, al tiempo que se abordan las causas subyacentes de la vulnerabilidad de las personas a los desastres fue un resultado clave de nuestra investigación.

También se destacó la necesidad de movilizar el compromiso político centrándose en los derechos, las responsabilidades y la rendición de cuentas, y promoviendo las asociaciones y la participación pública.

En 2015 desarrollamos nuestra investigación para analizar a fondo todos los aspectos del riesgo de desastres. Preguntamos a los miembros de la comunidad sobre las amenazas a las que se enfrentan, las consecuencias de esas amenazas, las medidas que deberían adoptarse a nivel local y lo que percibían como barreras para la acción. En particular, nos centramos en las catástrofes cotidianas y en la resiliencia local.

El impacto local es una medida crítica del progreso en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres. Un componente vital para evaluarlo es el conocimiento local de las numerosas amenazas que afectan a las comunidades.

Nuestro análisis reveló que las comunidades están preocupadas por el impacto de toda una serie de amenazas, más que por una sola, como las inundaciones. Las medidas deben tener en cuenta las múltiples amenazas y adoptar medidas integradas para responder a ellas, en lugar de centrarse en ellas por separado.

También descubrimos que las amenazas recurrentes a pequeña escala suelen ser las que más preocupan a los miembros de la comunidad. Muchos de los participantes de la comunidad decidieron elaborar planes de acción para hacer frente a las amenazas recurrentes de menor envergadura, dándoles prioridad sobre los eventos de alto impacto pero de baja frecuencia.

2019: Las comunidades de mayor riesgo son excluidas de las decisiones de desarrollo

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Nuestro actual Visión de Primera Línea programa comenzó en 2019 y continuará hasta 2022. Hasta ahora se ha entrevistado a más de 117.000 personas en más de 700 comunidades de 49 países.

Al analizar los resultados de la encuesta hemos extraído nueve conclusiones clave. Éstas representan las principales razones por las que la gente sigue perdiendo sus vidas y medios de subsistencia a causa de las catástrofes, tal y como informan las personas que viven en los lugares de mayor riesgo.

Un tema central de nuestro análisis es que las personas más expuestas a sufrir una catástrofe no participan en las decisiones sobre cómo reducir su propio riesgo. La exclusión agrava la vulnerabilidad de las personas porque no son conscientes de los valiosos recursos e información a los que pueden acceder antes, durante y después de las catástrofes.

Desde la realización de las encuestas, cada comunidad local ha desarrollado y llevado a cabo un plan de acción local con el apoyo de la financiación movilizada por la red. Cada plan identifica las actividades clave que deben llevarse a cabo, por quién, y los recursos necesarios.

Muchas comunidades han identificado las actividades clave que les permitirán mitigar y adaptarse al impacto de un clima cambiante. Por ejemplo: el desarrollo de las capacidades de los pequeños agricultores en materia de agricultura climáticamente inteligente; la concienciación a través de campañas de reforestación; el tratamiento de los problemas de gestión de residuos sólidos; y el trabajo de defensa de la adaptación al cambio climático con los gobiernos locales y nacionales.

Las voces de las comunidades más amenazadas, las autoridades locales y la sociedad civil se amplifican a nivel nacional, regional y mundial mediante planes y acciones de promoción basados en el análisis de datos a nivel nacional.

Proyecto financiado por

Unión Europea

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